10/5/13

Irak y la lectura



















Tenía la cámara de fotos sobre un trípode, delante del televisor. Durante la primavera del 2003, todas las noches, a la vuelta del trabajo, me sentaba a hacer zapping buscando no se qué: tal vez lo que todos sabíamos. Luego dijeron que la guerra de Irak había sido el último conflicto televisado. Creo que no tiene la menor importancia.

Recuerdo el lanzamiento del primer tomahawk: resultó muy parecido a los fuegos artificiales de Disneylandia después del desfile vespertino. En cada reportaje, en cada conexión con los corresponsales en EEUU, en Londres o en Oriente Medio, había algo que iba más allá de la noticia. Era la cruz del periodismo. Era la creación de la ansiedad. Como espectáculo funcionaba bien.

-Después de 10 años ¿Qué vale más?- Le pregunté ayer a un profesor de comunicación. Hablábamos de lecturas, de las resoluciones de la ONU y de WikiLeaks.

-Las imágenes.- Contestó sin dudar un segundo. –Nadie lee.

Una década sin una causa abierta, sin un responsable juzgado y con decenas de explicaciones jurídicas acerca de la falta de justificación de la guerra. Reviso estas fotos hechas de forma compulsiva durante aquella primavera; imágenes de muertos y heridos, de barcos y pozos de petróleo ardiendo, de periodistas y políticos mostrando pruebas falsas. Más vale leer. 

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