“El tedio es un paño cálido y gris forrado por dentro con la seda más ardiente y coloreada. En este paño nos envolvemos al soñar. Con los arabescos de su forro nos encontramos entonces en casa. Pero el durmiente tiene bajo todo ello una apariencia gris y aburrida y cuando luego despierta y quiere contar lo que soñó, apenas consigue sino comunicar ese aburrimiento pues ¿quién podría volver hacia fuera, de un golpe, el forro del tiempo? Y sin embargo, contar sueños no quiere decir gran cosa. Y no se pueden abordar de otra manera los pasajes, construcciones en las que volvemos a vivir como en un sueño la vida de nuestros padres y abuelos igual que el embrión, en el seno de la madre, vuelve a vivir la vida de los animales. Pues la existencia de estos espacios discurre también como los acontecimientos en los sueños: sin acentos. Callejear en el ritmo de este adormecimiento. En 1839 llegó a París la moda de las tortugas. Es fácil imaginar cómo los elegantes imitaban en los pasajes, mejor aún que en los bulevares, el ritmo de estas criaturas Flâneur"
El libro de los pasajes
Water Benjamin
Notas
El recuerdo de la obra de Beuys que oculta su historia cierta o inventada. Esta –la historia- se correspondería con la ”seda ardiente y coloreada” dentro del fieltro y la grasa. El conjunto resulta así mucho más impactante a pesar del gris general.
Los sueños, ¿no tienen acento? Sí por cierto. Cada uno lo tiene y más de uno en muchos casos. El subconsciente se encarga de una puntuación y una sintaxis muy concreta que permite luego un relato sencillo con inflexiones y orientaciones en el curso de los sucesos. La mera repetición de los acontecimientos acaecidos en el sueño hacen de este una guía para el durmiente cuando vuelve a la vigilia.
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