Muchas veces, viendo de dónde procede lo mejor, da vergüenza contemplarlo.
La carga del origen sigue siendo tan
pesada que incluso Vila-Matas camina un poco inclinado cuando la nombra. Ni
siquiera camuflada de sindiós pasa inadvertida. Qué párrafo exquisito:
“¿Por qué olvidamos tan a menudo que en nuestro horizonte
pueden hallarse todavía momentos en los que salga a nuestro encuentro algo
sagrado? Es lo que podríamos llamar horizonte Nietzsche o,
quizás mejor, horizonte Ecce homo, en honor de uno de sus
libros más famosos, aquel que nos confirma que para poder valorar
verdaderamente la alegría estética, antes hay que abrirse en primer lugar a la
consternación y a los horrores, y luego poder olvidar la angustia al confiar en
la posibilidad de que en un momento determinado pueda salirnos al encuentro la
vida plena, la vida en su núcleo duro más intenso, más vívido. Eso puede
ocurrirnos en cualquier pequeño instante, en el más breve átomo del curso de
nuestra existencia. No creo engañarme al pensar que el instante estético es un
átomo de felicidad de este tipo, una partícula que equilibra toda lucha y toda
penuria”.
casualidades: cayó esta semana en mis manos un precioso desplegable de la Feria del Libro de Madrid de 2011 titulado "AleManía" que recoge básicamente recomendaciones de libros alemanes... y me quedé precisamente con la reseña del libro de Safranski: "Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán". Un ensayo que se lee como una novela: bah, una frase promocional más, pensé al leerla, pero me hice el propósito de comprarlo y de descubrir que tal vez sea verdad... lge
ResponderEliminarCasualidades o los mismos abrevaderos.
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