Durante un tiempo, conocimos el carácter de países, regiones o movimientos políticos a través del cartelismo. Los países del Este, la manera de viajar por Escocia o la revolución del 68, no se podían disociar de sus representaciones. Pero hace ya mucho de esto. Vease si no la actualidad: El Ayuntamiento de Madrid tiene poderes paranormales. Él mismo, con su propio mecanismo, es capaz de diseñar un cartel sin la intervención de un cartelista. “En su lugar, el Consistorio diseñará con recursos propios y a coste cero un nuevo cartel a la espera de que el autor del primero devuelva los 4.000 euros del premio”. Y en cuanto al precio del segundo, gratis. No veo yo que las administraciones actúen igual cuando ha de repetirse una obra pública. Por ejemplo: El Ayuntamiento de Madrid levantará con recursos propios y a coste cero el edificio X que fue mal construido por la empresa ganadora del concurso. Claro, como es un cartel, se puede hacer enseguida y con unas Manley o con Photoshop. Véanse al respecto las anotaciones en la Impoética del etcétera acerca de la conferencia de Eduardo Arroyo.
Gracias por la referencia. Personalmente no entiendo eso de los ayuntamientos que ponen tanto escrúpulo en sus concursos con lo de inédito en la parte o en el todo de un cartel –sobre todo cuando se refiere carteles del mismo autor–; y luego tienen que interpretar lo inédito: inédito-inédito, primigenio o un poquito inédito porque el estilo permite repetir motivos porque definen el estilo valga la redundancia; y los carteles salen a la palestra después de que los eligen unos sabios; y se arman frecuentes líos y se leen resoluciones curiosas o de vergüenza ajena. La palabra esperpéntico es demasiado para definir todo eso. ¿Ridículo, pejiguero, puntilloso? No encuentro la palabra. Pero la comparación con la obra pública es ilustrativa. Para eso del coste cero del nuevo cartel madrileño sí que hay palabras.
ResponderEliminarCassandre también habría tenido problemas en Madrid.
Eliminarhttp://en.wikipedia.org/wiki/Adolphe_Mouron_Cassandre