No sé que pasó el día anterior. El día después, sí: las cosas no fueron bien. El caso es que en el sueño era el propietario de un flamante VW Golf plateado; cuatro puertas, como recién salido de un anuncio. Me acerqué al auto. Algo pasaba. El retrovisor izquierdo colgaba de los cables eléctricos que permiten su ajuste desde el interior. Alguien debía haberle dado una patada. La puerta trasera izquierda estaba abierta y faltaban los asientos, Había jirones de tapicería en los bordes del marco. La tela era de un azul eléctrico que yo nunca hubiera elegido. No había relación entre el destrozo del retrovisor y el robo de los asientos. Creo que me quedé mirando un rato.
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