29/10/09

Jacques Tati y el Baluarte


Querido Cz:

Gracias por el catálogo de la expo de Jacques Tati.  Es estupendo. Me he acordado esta mañana de sus películas mirando los vanos del palacio de congresos. Qué inmerecida sombra reciben del Baluarte los pocos edificios de principios del XX que quedan en Pamplona. Este nudo gordiano en medio de la ciudad no lo cortó el Baluarte. Al contrario: nuevas sogas se añaden a las que ya formaban una trama complicada: El Corte Inglés –un inmenso rallador de queso- no hace olvidar el horrible edificio de la Seguridad Social ni éste la plaza de la Paz, ni ésta el cierre artificial de la muralla en la Avenida del Ejército. La pescadilla se muerde la cola, pero se la muerde tanto que llega a la cabeza. La escultura de Aquerreta no es mejor que la de Bartolocci: la paz y la memoria merecen, como mínimo, mejor suerte.

Perdona. Estoy divagando. Te decía que esta mañana me he acordado de Tati viendo los vanos del Palacio de Congresos  que dan a la calle Padre Moret. Estaba yo enfrente y me he asomado a una ventana. Ya sabes cómo son las cristaleras del Baluarte: enormes, inmanejables. Tal vez el arquitecto quiso darle “aire” a  este formidable aparato del que camufló hasta los pictogramas imprescindibles, pero ese “aire” se vuelve en contra del edificio en cada acontecimiento. Ya sea el rastrillo solidario, el congreso de la verdura o las conferencias de copete que se celebran estos días, todas acaban enseñando sus vergüenzas al ciudadano. Los paneles que sirven al congresista para entender el estado de la economía muestran sus cuartos traseros de madera aglomerada a los viandantes de la avenida del Ejército. En las ferias de anticuarios, los objetos que no se venden quedan expuestos al exterior, los restos de cualquier celebración quedan a la vista del paseante en un cuadro tamaño Schnabel enmarcado en madera de rápido deterioro. Qué te voy a contar que no sepas ya.

De nuevo me salgo de la senda. El caso es que de ventana a ventanal, he visto a los congresistas descansando entre charla y charla. Como treinta o cuarenta, todos de traje gris, más bien claro, prácticamente todos con el móvil en la oreja y todos paseando a grandes zancadas, de forma resolutiva, entre los paneles explicativos de la evolución de la industria automotriz y el cristal de los vanos. Estaba expuesto un Seat 1500 y alguna otra reliquia nacional, así que los hombres de negocios, sin dejar de parlotear, se inclinaban para echar un ojo por la ventanilla de los automóviles. Era una inclinación mecánica, igual para todos, justo desde la cintura, sin doblar las rodillas y entonces ¡ay! me he acordado de Jacques Tati, de tu catálogo, de sus películas. En aquella visión casi risible estaba concentrado todo su cine: Mi tío, Traffic, PlayTime…

Vuelvo a casa y leo al azar acerca de la libreta de gags de Tati. Siempre la llevaba encima por si se le ocurría cualquier situación cómica. Una vez utilizado en una película, tachaba el gag metódicamente para no repetirlo. Y así.

Saludos,

1 comentario:

  1. Anónimo2/11/09

    Ciao caro : me alegro que te haya gustado. La verdad, es una joya.

    En cuanto al Baluarte, te cuento que un arquitecto que visitó mi ático, que yo creía menos pedante, me hizo la siguiente pregunta: ¿ qué se siente viviendo enfrente a una catedral del siglo XX ? No supe contestarle, pero cada vez que en Italia disfruto de la fachada de una Catedral desde una plaza con vida, me acuerdo mucho de sus gafas-pasta.

    Lo peor para Pamplona era hacer un edificio gris, otra muralla y una plaza más de maqueta inerte que peatonal.

    Y a pesar de todo, al colega se le indultó con el cambio de su adoquín astifino y se le amnistió por su café acristalado.

    Por cierto, también yo me incliné para ver esa mediocre elegancia del nuevo SEAT.

    Saludos

    Cz

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