25/4/09

Flavin y el cabildo



El cabildo catedralicio de Sevilla decidió levantar hacia 1.400 una iglesia tan grande que “los que la vieren acabada nos tengan por locos." Como quien reconoce el terreno no entré en la catedral ni el primer día ni el segundo. Di la vuelta a su perímetro, sorteando las colas de visitantes, viendo cómo el sol empujaba las sombras contra los muros, dibujando el aparejo de la Giralda y los lóbulos de la Puerta del Perdón.

Al tercer día me atreví a entrar y anduve perdido en el templo; a ratos delante del retablo mayor, de su verja; otros, en la Sala de los Cálices, frente a las santasJusta y Rufina representadas por Goya: los restos de una Venus yacen a los pies de una de las jóvenes cristianas, mientras que junto a la otra un león ha perdido cualquier atisbo de fiereza. Surrealismo y psicoanálisis avant la lettre.

Madres -con niño- bellísimas, en la flor de la vida, sacristías, la Sala del Cabildo, los relieves del Antecabildo, Cristos de carne mortecina, apagada y verdosa que los pintores españoles consideraron más propia de la veneración, retratos de cardenales, cálices, oro, símbolos y alegorías se suceden unos detrás de otro hasta formar un remolino como de aliviadero que obliga a sentarse o a contemplar un momento las concesiones a la energía eléctrica. No creo que Dan Flavin & Co. lo hubieran hecho mejor. Sin la más mínima intención, alguien ha conseguido ocupar el espacio perfecto con una intervención exquisita. Si nadie la reivindica en los próximos diez días me la quedo.

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