30/4/09

Cervical


Un trampantojo en la sacristía de la capilla del Alcázar. Una humilde baranda para la contemplación de la cruz. Tan difícil de ver que merece la pena fotografiarlo para disfrutar del efecto más tarde. No es gran cosa, pero los logros de la perspectiva aplicados a la vertical exigen tumbona. En Sevilla, en el Gesú de Roma, con las majestuosas figuras en di sotto in su, o en cualquier otro lugar con frescos allá arriba. ¡Pobres cervicales! Creo recordar que en la Escuela de San Rocco los visitantes tienen a su disposición espejos de mano en los que pueden contemplar el techo sin mayores dolores vertebrales.

Abrirse el cielo. El deseo de ver el más allá. Ábrete Sésamo. Esperar la Gloria, la corte celestial. Ya no se oye hablar de la corte celestial, de los oropeles del cielo ¿Cambia con los siglos la representación del cielo? Me da que sólo queda una idea abstracta de la luz. Acabaremos dando la razón a los iconoclastas. La figura (primero la divina y después la humana) desaparece del repertorio y deja un rastro que trae causa del aura exenta, incorporada finalmente a la figura, contaminándola como de radiactividad;. primero por el contorno y luego hacia el centro, hacia el núcleo, desintegrando a su paso, cada átomo de lo que fue materia. Transfiguración, sin previa figuración: “trans” desde el principio.

Somos tan poco dados al esfuerzo que la luz revelada ya no llega cenital. Quienes dicen que han hablado con quienes cuentan haber visto la muerte de cerca, dicen que hablan de un túnel, no de la boca de un pozo. La luz viene del horizonte o como mucho con de un punto algo más elevado. Parece ser que el sujeto puede caminar hacia la fuente de energía sin mayores esfuerzos. Para lo perpendicular están ahora los platillos volantes. Sólo estos artefactos permiten al elegido la ascensión vertical. Por supuesto, sin mover un solo músculo. Allá que te vas en un estado de absoluta relajación.

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