11/9/08

1927

En mitad de la lectura del libro de Burleigh tuve que parar. Tenía que entender a Heidegger. Al menos algo, un atisbo, lo que fuera. Pedí consejo. El editor Ayacam me remitió a Steiner. Protegido por una escritura clara y más o menos neutral, escucho este martillo constante del Dasein, del ser y el ente. Busco la parte repulsiva de Heidegger, la zona oscura, el lugar en el que se torcieron las cosas. Esto dice Steiner:

La descripción que hace Heidegger de la enajenación de sí tiene acentos de enorme convicción:

Uno mismo pertenece a los otros y consolida su poder. “Los otros” a los que uno llama así para encubrir la peculiar y esencial pertenencia a ellos, son los que en el cotidiano “ser-uno-con-uno-otro” ”son ahí” inmediata y regularmente. El “quién” no es éste ni aquél; no uno mismo, ni algunos, ni la suma de otros. El “quién” es cualquiera, es “uno”.

Sin duda, este diagnostico de Heidegger está relacionado con la visión de Engels de la deshumanización del individuo en una sociedad de masas, y con los análisis Durlheim de la anomia que a su vez remite a los conceptos de enajenación de Rousseau y Hegel.

Pero lo que Heidegger dice tiene una profunda agudeza especial, moral y psicológica, además de una perspicacia profética. Lejanía del ser, mediocridad, aplanamiento de la sensibilidad y de la expresión en una sociedad de consumo, todo eso “constituye lo que llamamos ‘pulicidad`. Todo tipo de prioridad espiritual es suprimida calladamente. “Todo lo original es aplanado, como cosa sabida a largo tiempo, de la noche a la mañana (…) Todo misterio pierde su fuerza.”

La consecuencia es una drástica irresponsabilidad –literalmente una “no-correspondencia a”-.

Una vez más Heidegger analiza con enorme agudeza la retroalimenzatción dialéctica dada en el proceso:

Pero, por simular el “uno” todo juzgar y decidir le quita al “ser ahí” del caso de responsabilidad el “uno” puede darse el gusto por decirlo así de que “uno”, apele constantemente a él. Puede responder de todo con una suma facilidad, porque no es nadie que haya de hacer frente a nada. El “uno” “fue” siempre, y sin embargo y sin embargo puede decirse que no ha sido “nadie”.

Estas observaciones escritas o más bien, publicadas en 1927, se encuentran entre las más profundas y despiadadas que se han hecho sobre el comportamiento del “uno” bajo el totalitarismo. Pero la pasividad ante la barbarie política, o su apoyo activo, es sólo una rama de la cotidianidad. Fatalmente, al yo enajenado, el Man se le descargará de la responsabilidad moral: no podrá conocer la culpa ética...

3 comentarios:

  1. Anónimo13/9/08

    El uno. ¿Y el "otro"?
    Deshumanización y todo en una sociedad de masas, ahora se ha transformado en una sociedad del Miedo (Al Gore, El ataqu3e contra la razón), sobre todo después del 11S. Y el miedo se le tiene al "otro", no a uno mismo. Miedo a lo desconocido (diferentes culturas), a la oscuridad (a "quien" se esconde en la oscuridad)
    Mucho que hablar...
    M.P.

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  2. Estimado M.P.:

    Veo que algo he hecho mal. Escribí una contestación que ahora me costaría repetir. Hablaremos, que tiene miga.

    Saludos.

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  3. Anónimo30/9/08

    Hablaremos.
    Te debo un papel certificado, o algo así, no me olvido.
    Te lo daré en mano, previo cambalache por una cervecita
    Abrazos
    M.P.

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