22/9/08

Gastos de transporte

Aquí, un ex-ministro de Pompidou y Giscard calificando la desconfianza en los negocios como una “visión arcaica” y sujetando, de pasada, tal afirmación en Montaigne.

"La pauta es idéntica en el siglo XV, con Jean Gerson: “Vender una cosa más cara de lo que se la compró –si la utilidad va más allá de las dificultades y peligros o mejoras que justifiquen una indemnización- debe ser considerada una falta; y la falta es aún más grave si. Cometiéndola se aprovecha uno de la necesidad del prójimo”. La cuestión del riesgo comercial –gastos de transporte, peligros eventuales- es, pues, tomada en cuenta. Pero la necesidad del comprador no autoriza al vendedor a elevar su precio. Se percibe una economía oprimida por la angustia permanente de verse privado de lo necesario. El negociante de trigo no debe especular manteniendo las ciudades a merced de sus necesidades…

Al decretar estos severos preceptos la Iglesia no hacía sino expresar y teorizar la suspicacia de las mentalidades (sic) frente al comercio.

Una suspicacia de tal intensidad que incluso un espíritu libre como el de Montaigne se inspira en ella. Por una vez (una vez no hace costumbre) desecha todo matiz y en un capítulo célebre de sus ensayos: “El provecho de uno es el perjuicio del otro”. “Sólo se obtiene provecho en perjuicio del otro (…) El mercader debe la ventura de sus negocios al desenfrenó de la juventud; el labrador a la carestía del trigo: el arquitecto, a la ruina de las casas…”

Montaigne evita pronuncia condenación alguna, pero en pleno siglo XVI manifiesta el predominio de un comportamiento surgido de la economía de la subsistencia e la que el progreso de uno se vincula a la regresión del otro (…)

Esta visión arcaica seguirá ampliándose desde Montaigne a Marx. No hay socios, sólo adversarios. La relación económica es un antagonismo y no una sinergia. Estamos en plena sociedad de la desconfianza."

La sociedad de la desconfianza

Alain Peyrefitte


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