Dos párrafos ( el primero y el último) del texto de Imanol Aguirre sobre arte y educación en la última revista del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte:
Vivimos tiempos de cambios profundos en todas las dimensiones de nuestra vida en sociedad. Y en tiempos de cambios resulta muy difícil hacer predicciones fiables sobre el futuro y adoptar medidas efectivas ante las cuestiones a las que nos enfrenta cada momento del presente. La movilidad y la aleatoriedad son las constantes de este tiempo y no lo son menos en educación. Sin embargo parece claro que los imaginarios sobre los que descansa la educación actual no son los más adecuados para planificar las nuevas políticas o para repensar las acciones que construyan las respuestas del futuro.
En lo que a la educación artística se refiere, creo que hay que adoptar alguna perspectiva nueva que nos ayude en la reconfiguración de nuestra tarea. En este momento me dedicaré a reflexionar sobre la necesidad de despojar al arte y a sus obras de la dimensión transcendental en la que la tradición moderna los había colocado –lo que Dewey (1934) había calificado como la concepción museística del arte o la “concepción esotérica de las Bellas Artes”.- Es preciso desplazar la atención desde el énfasis en la esencia y el aura del objeto hacia la actividad experiencial a través de la cual han sido creados y son percibidos y usados. El valor del arte, el valor educativo del arte, no está en los artefactos mismos, sino es su capacidad para generar experiencia y saber.
Pierre Bordieu á l`École nationale supérieure des artes decoratifs, 1984
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