"Que a finales de noviembre haga un tiempo tan bueno, o sea tan cálido y apacible, raramente interrumpido por un par de días lluviosos, constituye para mí una auténtica novedad. El buen tiempo lo disfrutamos al aire libre, y el malo lo pasamos en casa, siempre encontramos motivos de alegría, cosas que aprender y que hacer.
El 28 de noviembre volvimos a la capilla Sixtina y pedimos que nos abrieran la galería más cercana al techo. A pesar de la incomodidad y aunque parece peligroso moverse por las barras de hierro en un espacio tan estrecho, motivo por el cual los que padecían vértigo no subieron, la contemplación de la obra maestra lo compensa todo. Y ahora estoy tan arrebatado por Miguel Ángel, que ni siquiera encuentro agrado en la naturaleza después de haberlo admirado, puesto que no puedo contemplarla con ojos tan grandes como los suyos. ¡Si por lo menos hubiera un medio de grabarme sus imágenes en mi alma! Pero me llevo conmigo cuantos grabados y dibujos he podido conseguir de sus obras."