En la literatura hay menos temas que en la pintura. Uno puede escribir de muy pocas cosas. Concretamente de dos: del amor y de la muerte. Y no hay más Puedes colocar la acción en Saturno o crear un personaje con cuatro orejas, pero siempre estarás hablando de lo mismo. En la pintura, en las artes plásticas en general, el número de asuntos es mayor; posiblemente porque las ideas que se representan están sujetas a un objeto. Esa relación entre objeto y sentido no se da en la literatura, porque en ella no existe el objeto. También es cierto que un buen cuadro, una vídeo-instalación hablan normalmente de tramos de realidad más “cortos” que una novela, lo que da una banda de posibilidades más estrecha pero más variada. Digamos que la novela es todo el cable y las artes plásticas cada una de las fibras que están en su interior.
Pero a lo que iba, es a esto de los temas: ¿Qué va a pasar con las vistas de Google Earth? Además de imágenes curiosas, desde los satélites se ven planos de un gran interés plástico y ya hay quien le ha echado el ojo al asunto. Pero Google Earth ¿Va a ser un tema pictórico? Los cuadros de Cognée, por ejemplo, ¿Van a durar? ¿Basta con esa mezcla de novedad en la forma de captar la información y el uso de una técnica determinada? La ventaja de la pintura es que puede hablar de sí misma, de su plasticidad, de su proceso, pero al hacerlo corre el riego de auto-anularse. Desde el aire, a cierta distancia del suelo, se produce una imagen muy fácil de “colocar.” Es la falsa frontera entre la abstracción y la figuración. Al espectador le parece estar asistiendo a ese momento de transición que nunca había entendido y que ahora se le ofrece perfectamente comprensible, Por eso el cuadro de Richter es “de verdad.” Richter habla de la ciudad mientras que Cognée juega con el espectador deseoso de acceder sin esfuerzo al significado de la representación. De todas formas hay tiempo por delante. Si vivimos lo suficiente veremos paisajes de la Luna pintados a espátula.
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