Dicho de otra forma, o mejor dicho:
"En qué medida el arte es un discurso de la verdad es algo que se debe a la desnudez de la que es capaz en su manifestación, es decir, que en el aparecer no sea el contenido lo que golpea al espectador, sea este figurado o abstracto, sino su voluntad de crear espacio en torno, cuando la obra de arte se muestra como la máxima apertura que atraviesa el mundo de parte a parte. En este sentido el arte cumple un propósito santo, puesto que abre la brecha por la que todo el sufrimiento humano ha de hallar su sentido salvífico. Así es como el arte se sitúa en el mundo, pero también fuera del mundo: sacralizando la mirada que aúna la exterioridad y la interioridad de lo real. Es, justamente, el deterioro de lo real en virtud de una desacralización de lo que se ha ocultado en lo profano, hallando así refugio de la muerte a que estaba abocado en lo meramente religioso, lo que ha señalado también la no permanencia de lo sagrado en el mundo."
Amador Vega. Arte y santidad
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