Durante la noche, el paraíso de los surfistas se ha convertido en una laguna. No hay olas. La fecha y la hora en la webcam es lo único que cambia minuto a minuto. Esto y los faros de algún coche que recorre la carretera de la playa. Desde la arena, algunas farolas llegan a iluminar el fondo verdoso de la orilla. No hay más.
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