14/3/06

El hombre del salero

Estimado sr.Anonymus:
No creo que las impresiones de Torga sean muy agudas. Al contrario: me parecen simples constataciones del transcurso de la vida. La descripción de su trabajo, de los habitantes de los lugares en los que ejerció como médico o de los balnearios a los que acudió con frecuencia, no van más allá de una mirada repetidamente fácil en su melancolía. Y la pátina de tristeza me empieza a causar un cierto cansancio. Por temporadas me cansa este modelo de diario europeo del siglo XX. Pero ya es tarde para pedir otra cosa: La perplejidad ante el mundo nos identifica más que cualquier otro rasgo. Ya no podemos esperar el advenimiento de un nuevo Cellini a quien, en el fondo, echamos de menos; a él y a sus ganas de vivir, sus fiebres, sus estocadas; todas estas cosas que ya no pueden volver porque ahora son pura ingenuidad. Ya es tarde para agarrar a Europa por las solapas, porque se quedaría –nos quedaríamos- impávida aunque la zarandeáramos como a un guiñapo.
Creí que la impronta que los británicos dejaron en Portugal, habrían dado a Torga un punto de ironía de la que, a la postre, carece por completo.
¿Leer a Torga? Tal vez ¿La siesta del carnero al olor de las páginas de su libro? Sin dudarlo.
P.D. tampoco pude con la creación del mundo

1 comentario:

  1. Anónimo15/3/06

    Passy invernal, déjese de Torguatos. Le recomiendo un diario, sus páginas además arrancan en el s. XXI: 'Liquidación por derribo', de Miguel Sánchez-Ostiz.

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