En Arco: Una foto de una foto de Candida Hoffer de un teatro vacío, iluminado como si las puertas estuvieran a punto de abrirse para dar entrada a los espectadores. Más palcos. Una foto de la representación de una representación. El niño que lee una enciclopedia en cuya tapa aparece un niño leyendo una enciclopedia en cuya tapa el mismo niño lee la misma enciclopedia. Producir sobre lo ya hecho, buscar el ápice de la estética sin que el castillo de naipes se venga abajo. Amondarain pintando fotos famosas, cuadros famosos: el pintor que pinta al aficionado que copia un cuadro en el museo. Tal vez todo esto tenga que ver con el miedo. Somos contorsionistas capaces de retorcernos hasta sacar la cabeza entre las piernas. Somos pescadillas de ración. Somos el ocho tumbado del infinito. El scalextric en la vuelta ciento veinte. Valemos para el circo pero no para la gloria.
Por eso no voy a ARCO. Hoy en día es inevitable no ver vanguardia de vanguardia. Pero, por otro lado, todo arte tiene algo de referencial. Tengo que pensar un poco más sobr esto; creo que lo merece.
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