23/1/06

Párrocos

El matrimonio A llega a París con unas entradas para La viuda alegre y una fotocopia del penúltimo artículo de Vila-Matas en el que habla de la iglesia de Saint Sulpice. Lo de Vila-Matas va a terminar por convertirse en un recorrido tipo Ulises por Dublín.


Es mediodía y hace un sol engañoso. Entramos en Saint Sulpice siguiendo los pasos de nuestro escritor que a su vez sigue los pasos de los turistas, que siguen los pasos del autor de El Código Da Vinci. La nave impone. El exterior, también: la fachada compone un hermoso lado de la plaza. Erigida en el barrio más corrompido de París, el primer párroco decía a sus feligreses : « Vous nommer le faubourg Saint Germain, c'est vous dire tous les monstres des vices à dévorer à la fois. »


En la primera capilla, a mano derecha, están los tres Delacroix. Aquí Vila-Matas se equivoca: son totalmente prescindibles. Hay a veces un temblor en Delacroix que no puede interpretarse como gesto, sino como falta de recursos: sus caballos tienen en muchas ocasiones un aire acartonado que no mueve a la contemplación.

Al fondo, en el brazo izquierdo del crucero, está el obelisco citado en el Código Da Vinci, tan rodeado de turistas ansiosos por fotografiarse junto a él que, efectivamente, el párroco se ha visto en la obligación de advertir al viajero, curioso o piadoso, que aquello no es el vestigio de un templo pagano sino un mero instrumento científico. (¡Ah, los párrocos!)

Me demoro un instante antes de salir para confirmar que los tres Delacroix no tienen interés, justo el tiempo necesario para que la esposa de A. me pregunte ¿A que no sabes quién acaba de pasar?

2 comentarios:

  1. Anónimo24/1/06

    Con tantas palabras en azul más parece esto el Código da Vinci que su blog, señor Passy.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo25/1/06

    Hoy, como cada año, C.D. ha acudido al desfile de Jean Paul Gaultier.
    http://toutsurdeneuve.free.fr/Francais/Pages/Univers_Modedevie/Domiciles.htm

    ResponderEliminar