¿Qué nos debemos a nosotros mismos? ¿Un poco de higiene mental? ¿Y dignidad? Dignidad no creo. Creo que la dignidad es un mal fardo. La higiene de la cabeza sí está bien: que no se hagan costras en la materia gris. Hay que andar como en la cubierta de un buque escuela: todo el día fregando. Y cada tanto, al astillero. Higiene de la cabeza: el casco del barco a la vista, fuera del agua, listo para limpiar y calafatear. Una casa de reposo, un balneario, la habitación de uno. Dejar a un lado la ansiedad. Nada que leer, nada que mirar, un rato de nada: ninguna referencia, ninguna conexión, nada de “esto se parece a aquello”. Nada de nada.
Qué cierto, esto de la dignidad. Un beso.
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