En la confluencia de las calles Provence y Chauchat hay una oficina de La Poste, justo en el lugar en el que Sigfried Bing abrió la galería l’Art Nouveau hace ciento once años. La oficina de correos quita toda la gracia al chaflán en el que debió estar la entrada a la galería. Sobre la puerta, algún funcionario sin pudor ha colocado dos banderitas de la compañía estatal que dan idea de la miseria administrativa a la que puede llegarse sin mucho esfuerzo. Aunque es tarde la oficina está abierta. Pueden adivinarse algunas trazas de lo que fue el interior hace más de un siglo. Del techo del segundo piso cuelga una lámpara que, tal vez, no ha sido cambiada desde entonces.
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