La consulta del doctor Zuckerman es una caja receptora de sucesos. Éstos se producen en el exterior y son filtrados al interior a través de las cortinas de lamas. Las cortinas permiten a medias el paso de la luz de los coches que recorren la avenida. Aquélla –la luz- se refleja en los distintos aparatos médicos, en el sillón plastificado, en la pantalla del ordenador. Todo sucede mientras allí es de noche y en un santuario del dolor moderado. Un dolor que dejará paso, o que viene del placer.
La consulta del doctor Zuckerman es una cámara oscura de las que ya hemos hablado, una caja necesaria para retener el suceso, el acontecimiento, una prótesis natural vista a través de otra artificial (la webcam.) Una se complementa con la otra, porque el conjunto de filtros –desde las lamas a la regulación del monitor en el que se ve la imagen) contribuyen a que el suceso resulte apreciable, satisfactorio desde el punto de vista estético.
Ese pasar de los coches es un acontecimiento en sí mismo. Bastaría con colocarse en la acera y establecer una relación directa con el objeto sin embargo, la percepción a través de los filtros y las referencias que éstos producen, confieren al acontecimiento su halo propio.
Sentido y experiencia frente al suceso.
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