Cartón pluma negro. Cortar por la línea de puntos. Encolar en las líneas indicadas. Llévese a su domicilio una caja metafísica a precio de saldo. Disfrute de la sensación del vacío sin mayores agobios económicos. Si Isamu Noguchi vende su propio pack para crear esculturas, ¿ha de ser menos el museo Oteiza?
Los mechones de pelo subastados, los botones arrancados por los fans son lo mismo. La posesión del objeto, la cercanía al creador. ¡Ah! ¡Quién hubiera estado a la diestra del Padre – o incluso a la izquierda- en el momento del Big bang! Me hubiera conformado con menos, con estar presente en cualquiera de esas escenas en las que el pintor, en un estudio enorme, forrado de cuadros desde el suelo hasta el techo, descansa un momento y charla con los amigos, mientras la modelo se cubre, pudibunda, con una sábana. Estar presente, que nos hiera la esquirla que salta cuando el escultor cincela. Que nos manche el óleo, los santos óleos, del pintor en su gesto neo-expresionista. Que la pluma que usamos eche de vez en cuando un lapo de tinta, dejando una mancha al azar, en mitad del texto.
¿Recuerda usted cuando tenía prisa por marcharse a otra parte, por estar siempre en otra parte? No recuerdo a santo de qué trajo usted esa sensación existencialista a la que pusimos algunos ejemplos en los que uno no quiere marcharse: la plaza de San Marcos de Venecia, la ducha de agua caliente, algunos pocos buenos libros, cuadros, conciertos... Hoy dice usted que quiere estar presente, que es una modalidad de estar dentro, estar en el ajo diríamos, como en la plaza, como en la ducha. Una manera como otra cualquiera de querer dar ese salto tan bonito que va del estar presente al estar "en" el presente, a quedarse a salvo de ese alud que es la caída del tiempo que todo lo arrastra: quedarse al borde del precipicio, como buen romántico, quieto, mientras el sol no termina nunca de ponerse, mientras el tiempo se desploma en una catástrofe hacia el abismo de la muerte.
ResponderEliminarVeo que la ironía no es lo mío.
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