31/10/05

Primeros auxilios

Amable lector:

Ya sabes qué sucede con los libros. Cuando alguno no aparece, dudas si lo prestaste a alguien o ha desaparecido en tu casa, delante de tus propios ojos. No hay cosa más molesta que ir a por un libro y no encontrarlo. Y esto es lo que me ha pasado con El sepulcro sin sosiego: no está. Quería hacer una liaison entre Bataille y Connolly y me he quedado con las ganas. Así que me dirijo a ti por si tienes un ejemplar de esta obra maestra que en España fue publicada por Versal. Si así fuera, querido lector y dispusieras además de un escaner, te agradecería que me remitieras las dos primeras hojas del libro. Ahí, en ese puñado de párrafos, si la memoria no me es infiel, se resume el programa de Connolly: la obra perfecta; la obligación de abandonar toda cuestión menor y dedicarse exclusivamente a aquello que merece la pena. Connolly llama a olvidar las menudencias que producimos todos los días y lo dice de tal forma que asusta, que dan ganas efectivamente de dejar cualquier cosa que no conduzca a una obra maestra. Una obra digna de contemplación, de arrobamiento en fin. Pensemos que de algo sirve la tecnología y mientras pido un nuevo ejemplar, (tal vez en la librería virtual Renacimiento encuentre uno) te quedaré agradecido si me mandas estas dos páginas que te pido.

Gracias anticipadas.

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