11/9/05

Rodillos

Tal vez sea una cuestión de velocidad: para algunos el único placer nuevo al que hemos accedido en el siglo XX. La velocidad ha podido cambiar nuestra percepción hasta el punto de impedirnos pensar en la estética como una forma de ética. Pongamos el ejemplo de Picasso pintando un toro sobre un cristal horizontal. Al otro lado, un cámara registra la escena. Picasso pinta con una enorme facilidad, con tres o cuatro trazos, muy rápidamente. Tengo la sensación, posiblemente equivocada, de que en las artes plásticas ha arraigado la velocidad casi como necesidad. Y que esa rapidez de ejecución es inversamente proporcional a la influencia de la obra. No digo que pintar rápido sea bueno o malo. Digo que los caminos difieren. Que la producción artística no puede influir como lo hizo antaño. Piénsese en represtaciones de carácter religioso en los pórticos que enseñaban las consecuencias del bien y del mal; en el tiempo en que tardaron en tallarse y en el inmediato efecto sobre los feligreses, incluso durante la ejecución de la obra. Cuanto más rápido más tardamos en asimilar. La melena al viento sin entender nada. A caballo, evitando las ramas bajas. Si al menos fuera así, tendríamos a nuestro favor el acto de cabalgar, pero –como en un viejo chiste de Topor- parece que los operarios van haciendo girar con dos rodillos un paisaje pintado, mientras permanecemos sentados sobre un caballo de cartón.

2 comentarios:

  1. Anónimo13/9/05

    Carlos de Inglaterra ha pedido a los británicos que disminuyan su ritmo de vida. «Es importante para cualquier ser humano tener un momento de silencio y disminuir el ritmo. Es un equilibrio que tenemos que encontrar», dijo en una entrevista a la BBC. «¿Cuán rápido podemos ir?». El heredero de la corona reveló, además, que solía cantarle a las focas desde un acantilado de Escocia junto a su abuela.

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  2. Alors, il faut courrir plus encore. Comme les phoques dans l'eau.

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