17/8/05

La ciudad automática

"Para mí, es la ciudad romántica. por excelen­cia, y cuanto más desmedida la veo, la considero más inspirada; pero sobre esto tendríamos que entendernos. El romanticismo de Wall Street no es del mismo orden que el del Puente de los Suspiros, y no sirve para los comerciantes re­tirados ni para los matrimonios burgueses en viaje de -luna de miel. Decía un poeta español que, en Nueva York, las estrellas le parecían anuncios luminosos. A mí, en cambio, los anun­cios luminosos me parecen estrellas, y Nueva York, es, en mi concepto, una ciudad romántica, no a pesar de su brutalidad y de su codicia, sino por ellas precisamente. Por su brutalidad y su codicia, por su estridencia, por su violencia, por su culto de las catástrofes, por su sacrificio constante del pasado y del porvenir al momento presente, por la organización comercial de sus crímenes y la organización criminal de sus ne­gocios, por su clima contradictorio, desmesura­do e incontrolable; por su afán de escalar el cielo haciendo cada año un edificio más alto que los demás, y, en suma, por su ilimitación. ¿Con­ciben ustedes nada más romántico -para poner un ejemplo concreto- que esto de prohibir las bebidas alcohólicas a fin de elevar a la categoría de delito el acto de tomarse un aperitivo?"
La ciudad automática. Julio camba 1934

No hay comentarios:

Publicar un comentario