Antes de volver, una última excursión; Hudson arriba, paralelas al río suben las vías que salen desde Gran Central Station camino de Beacom. El tren atraviesa el Bronx y luego entra en una naturaleza civilizada, con embarcaderos y pueblos pequeños, siempre junto al agua. El revisor no tiene inconveniente en que me coloque en la cabina trasera. Entre estación y estación él lee el periódico y se atiborra de sándwiches y bebidas en vasos de cartón encerado. A cada parada se da una vuelta para picar los billetes y luego vuelve a su ocio.
A hora y media al norte de Nueva York está Beacon; un pueblo que no tendría nada de especial si no fuera porque allí está la antigua fábrica de galletas Nabisco, comprada después por la fundación Dia y convertida en un espléndido museo dedicado a los últimos treinta años de las artes plásticas en Norteamérica.
Los fieltros de Beuys no se entienden si no te explican su historia. Sea cierto o inventado Beuys contaba que cayó en Siberia con su avión de guerra y, malherido, fue recogido por los habitantes de un poblado que primero le arroparon con mantas y después cuidaron de él hasta su total recuperación. El problema de algunas formas de arte es ése: debes conocer los entresijos para comprender el resultado. Lo que sucede es que creemos que en la figuración o en otros campos trillados, el conocimiento del público es innato, pero de alguna forma hemos llegado a entender el cubismo o la abstracción expresionista. ¿simplemente por repetición de las imágenes? Resultaría un poco decepcionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario