23/7/05

Hacer una casa

Ayer acompañé a T.C. a “hacer una casa”, que es cuando los herederos venden el inmeble y los muebles de valor y luego llaman a un T.C. cualquiera para que se lleve lo que queda. Qué cosas quedan en las casas cuando uno se muere. Qué cosas disparejas por los rincones y cómo se nota la huella del que estuvo antes y ya se llevó lo de valor. Quedan montones de periódicos arrumbados; en uno se lee que la paz en Vietnam está próxima y en otro que en México ha habido un choque de trenes como no se sufría otro desde 1945. Papeles. Novelas de ochena en cuyas portadas el galán asoma su rostro por encima del hombro desnudo de ella: la fleur dans la boue. Y entre toda esa barahúnda de restos, un folleto titulado Los nuevos puentes de Bilbao editado por Huecograbado Arte Bilbao. A saber cómo llegó hasta aquí esta publicación propagandística en la que el Régimen anunciaba a bombo y platillo la reconstrucción de los accesos al Bilbao nacional. El caso es que las fotos tienen su aquel. “La España de Franco reconstruye con ritmo febril.” Dice el pie de una de ellas.

Lo que me interesa es sobre todo la estructura. El desgaste inmediato, la destrucción de la estructura y el rastro que deja. En definitiva y otra vez, la estética de la violencia. Por demasiado reciente, para que no se me tome por un degenerado, no reproduzco la foto del vagón que los terrositas hicieron estallar el 7J en Londres. Fue retirado por una grúa enorme, envuelto ya de la misma manera en la que lo hubiera hecho Christo.

El rastro de la estructura, más que la ruina propiamente dicha.
-Tenga cuidado. –me dice Mr. Pynaqui- Vas a acabar como Amalia Avia.
Yo le digo que no; que no se preocupe, que ya iremos distinguiendo por el camino y que además es incierto que vivamos rodeados del esplendor de lo moderno. Le digo que no se puede andar pintando lo recién construido; el aluminio que se acaba de inaugurar. Le digo que a nuestro alrededor -por no hablar de nosotros mismos- el deterioro es inmediato. En cuanto descubres una estatua, le caga una paloma. Haces un auditorio y se afea enseguida. Nos venden los materiales como si fueran a durar para siempre, pero enseguida se raya la pintura del coche o dejas el cazo caliente en la encimera y ya la has jodido. A mi me interesa ese grado de desgaste, pero –para que nos vamos a engañar- también la destrucción inmediata. A ser posible, que no comporte dolor. Hace no mucho ofrecieron en la TV las imágenes del derribo controlado de más de diez edificios de pisos, todos a la vez. Era en China y las imágnes tenían una falta de calidad que las hacían tan lejanas como el lugar en el que estaba sucediendo el acontecimiento. Que levante la mano quien no disfrutó con ese desplomarse sincronizado.

Finalmente. Me dicen que en mi ciudad van a hacer una nueva estación de autobuses. Me he quedado sin fotografiar las dos cabinas de pago del aparcamiento que hasta ahora ocupaba el solar. Si alguien tuviera una foto de tales construcciones y me las hiciera llegar le quedaría muy agradecido. Pero ahora que lo pienso, quién coño va a andar tomando instantáneas de semejantes cosas.

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