6/6/05

El mar Rojo

Si no resulta demasiado frívolo, diré que esta tarde, tumbado en la cama, vencido por la migraña, el dolor se mezclaba con una imagen que parecía no venir al caso: Moisés atravesando el mar Rojo al frente del pueblo judío y la vuelta de las aguas que engullen al ejército egipcio. No sé qué distancia atravesaron los judíos sobre el lecho marino, pero se me ocurre que, tal vez, la retirada y posterior vuelta del mar se parece a un tsunami. Ignoro si tal fenómeno puede darse en el mar Rojo.


Ahora que cede el dolor, busco el origen de semejante asociación de ideas. Y lo encuentro en los siguientes elementos:
1.- Una charla con F. acerca de qué debe hacer el artista moderno. F. dice: -Lo de siempre. Y me habría convencido sino fuera por esa connotación de misterio insondable que le gusta dar a la estética. (¿Qué es la fe? Creer en lo que no vemos.)

2.-Unas fotos del tsunami del 28.12.2004 guardadas en el disco duro en las que, desde un satélite, se aprecia cómo se retira el mar, para volver luego con toda su furia
3.-Un viejo artículo de Georges Didi-Huberman titulado El punto de vista anacrónico. Por supuesto se refiere a Benjamin. Todos vuelven a Benjamin. (Su travesía hasta Portbou tal vez sea la de los judíos por el mar Rojo, con la diferencia de que a él, la ola le cayó encima.)


La hoja del artículo, doblada en su esquina superior desde 1999 dice en lo que interesa:Walter Benjamin enunció valiéndose de la expresión imagen dialéctica una hipótesis admirable sobre el anacronismo de las obras de arte que no han llegado a la legibilidad de la historia. Decia: el Ayer coincide con el Ahora como un relámpago…: no es algo que se desarrolle en el tiempo sino una imagen entrecortada. Imagen en la que pasado y presente se desvían, se transforman, se critican mutuamente para formar lo que Benjamin denominaba una constelación, una configuración dialéctica de tiempos heterogéneos.

Quién sino el propio artista podrá mantener las aguas abiertas, mientras camina por el fondo marino. Quién sino él será el único culpable del cansancio de sus brazos y de la vuelta del mar a donde solía.


1 comentario:

  1. Anónimo7/6/05

    Lo jodido de la jaqueca es que resulta literariamente fructífera: atravesar el desierto, que se te caiga encima el mar rojo y encima con dolor de cabeza: p'habernos matau.

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