De todas formas, los grandes sacrificios tienen lugar en montañas, montes. promontorios y, en su defecto, en aras ad hoc. Siempre cerca del Altísimo o de los dioses moradores de la cordillera del Himalaya o del Anie en el Pirineo francés. Allá habitan los dioses o sucede lo indescifrable: el Arca de Noé, las Tablas de la Ley. Allá ha de hablarse con el Ser Supremo. Señor: hagamos tres tiendas...
Sim embargo, en un momento de misticismo naturalista, Caspar David Friedrich pinta a los visitantes de la montaña como dandys que ya no encuentran a Dios en la cumbre. En el momento en el que se holla la cima, Dios ha desaparecido. ¿Estaba antes Dios -y ahora no- en las laderas del monte, en la zarza ardiendo, en la fuente milagrosa?
Sim embargo, en un momento de misticismo naturalista, Caspar David Friedrich pinta a los visitantes de la montaña como dandys que ya no encuentran a Dios en la cumbre. En el momento en el que se holla la cima, Dios ha desaparecido. ¿Estaba antes Dios -y ahora no- en las laderas del monte, en la zarza ardiendo, en la fuente milagrosa?
El sacrificio, sin embargo, continúa. A los montañeros actuales, sus ascensiones les acercan más a la publicidad que al lugar habitado por Dios.
A la pregunta de por qué escala el Everest, Sir Edmund Hillary contesta: -Porque estaba allí.
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