Podemos valorar su tremenda fuerza, el agotamiento de haber cabalgado por el firmamento durante toda la noche -el ojo desorbitado, los músculos tensos, las venas hinchadas-, el equilibrio entre la simplificada y plana parte posterior de la cabeza y el modelado sutil de la frente y el morro...
Dios lo ve Oscar Tusquets
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