En la pintura clásica, todos los héroes han sucumbido o vencido y su contemplación nos llena de un gozo extraño y seguro. Exactamente al contrario del efecto que produce la imagen del hombre moderno en situaciones violentas. No parece que hoy haya causas por las que luchar o que éstas tengan la importancia suficiente para un lienzo de buen tamaño. Un lienzo que perdure. ¿Quién entendería un óleo de Bush hijo ataviado con el uniforme de piloto sobre la cubierta de un portaaviones? o mejor dicho ¿Cómo se entendería?
El dibujo del hombre armado que incita a la batalla queda para el reducto de la pintada o la camiseta.
El descreimiento de la pintura del héroe empieza con Napoleón. Las enormes telas dedicadas al Emperador, el Paso de San Bernardo de David, por ejemplo, no son creíbles. Después de los dioses, los héroes se han esfumado para el arte; lo mismo que ahora se esfuman los hombres y luego lo harán los objetos.
Traspasada esa frontera histórica, nos quedan las fotos movidas de Robert Capa en el desembarco de Normandía. Y poco más: queda la desaparición de la conciencia y del extrañamiento del cuerpo; el rechazo a estar donde se está. Antes había honor y conciencia, ahora material fotográfico en mal estado. La decisión de la revista Life de publicarlas, hizo desaparecer para siempre la idea del héroe.
También en cuanto a la violencia: en las últimas fotos de Txomin Badiola, han desparecido los personajes. Han dejado sus pasamontañas encima de la silla y han salido por piernas.
No quedan héroes. Hace tiempo fueron sustituidos por políticos, pero éstos, de alguna forma, no transmiten la misma idea de Honor y Gloria que transmitían.
ResponderEliminarLa imagen de héroe desaparece con Capa, dices. Mejor deberíamos buscarla en los dibujos de Luis Royo.