De los otros dos, un lleva una Moleskine. Una libreta en la que apunta cosas; lo mismo en el cementerio Pere Lachaise que frente a un anuncio de agua de colonia. Nunca ha tomado fotografías. Dice que no le interesa en absoluto y que recrea lo visto mucho más facilmente con sus notas que luego amplía en casa. Alguien le pregunta si recuerda la cara de las personas con las que hizo su anterior viaje.
-¿Para qué? Contesta encogiéndose de hombros.
Dejo para el final el caso del turista número doce que tiene que ver más con los sentimientos que con las imágenes.
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