La iconografía del sacrificio de Abraham no es tan abundante como la de otros pasajes bíblicos; por ejemplo el caso de Judith y Holofernes. No sé si los motivos son tan obvios como para eludirlos o por el contrario la dificultad de la representación del primero la hace más escasa.
Si uno se tumba en el suelo de la sacristía de la Basílica della Salute, (cuidado con la ciática) podrá contemplar un Tiziano de proporciones mayúsculas en el que el anciano, aunque robusto, Abraham es detenido por un enviado que llega justo a tiempo. Llama la atención el hecho de que Isaac sea apenas un niño. Un niño de cómic, como el burro de la izquierda y la oveja de la derecha. La parte baja del cuadro está pintada con una intención diferente al resto: el artista se rebela y se muestra incrédulo: ¿Cómo es posible que Dios exija semejante sacrificio? El quinto inferior de la escena habla del sentimiento de inocencia escindido por completo de lo que sucede en el centro del cuadro.
vid al respecto Peripecia de Ulises de P. Manterola. Editorial Pamiela.
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