La autobiografía como género ingenuo en el que el autor se planta frente al mundo como ejemplo de vida, empieza con Cellini y termina con Chateaubriand. Éste es el útimo hombre del Antiguo Régimen, el último hombre que cifra su valía en su honor y tal vez el primero que entiende en su escritura que el mundo nunca volverá a ser el mismo:
La geografía ha sufrido un cambio completo desde que, según la expresión de nuestras antiguas costumbres, pude mirar el cielo de mi cama. Si comparo dos globos terrestres, el del principio y el del fin de mi vida, ya no hallo semejanza entre ellos.
No he podido encontrar el lugar de la calle del Infierno en el que Chateaubriand fue detenido el 19 de junio de 1939. Sí hay un Passage de l'Enfer, pero no estoy seguro. De todas formas, lo que me interesa es este párrafo en el que narra su detención....
De vuelta de mi soledad, me acosté lleno de meláncolicos pensamientos, que nacían de la asociación de ideas tales como las de la juventud, la hermosura y el sepulcro. A eso de las cuatro de la madrugada un criado llamado Bautista, que estaba hacía tiempo a mi servicio, entró en mi cuarto, se acercó a mi cama y me dijo: - Señor, el patio está lleno de hombres que se han colocado en todas las puertas, después de haber obligado a Desbrosses a abrir la cochera, y aquí hay tres señores que quieren hablarle. Apenas dijo esto entraron los señores. El jefe, acercándose a mi cama, me declaró muy cortesmente que tenía orden de detenerme y de llevarme a la prefectura de policía. Yo le pregunté si había salido el sol, que era uno de los requisitos para estos casos y si era portador de una orden legal. Nada me responsdió acerca del sol, pero me presentó la siguiente comunicación...
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