14/3/05

Economía sumergida

Me llama a A.I. Está gastroenterítica y me pide que me acerque por su casa. Me tiene preparados los billetes para los museos, el itenierario del autobús y la lista de los pasajeros. Ha colocado el salero que le regalé en la vitrina donde guarda sus chucherías. Luego me da a elegir un paraguas. Me inclino por el naranja. Un guía turístico, aun practicando el intrusismo, no es nada si no va blandiendo un buen paraguas por los calles de París.

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