14/2/05

Windsor en llamas

Que se quemara el edificio Windsor y que varios cientos de viandantes se detuvieran a fotografiarlo, resulta ser el corolario de El incendio del Parlamento de Turner.
Como el pintor estira el brazo pincel en mano, así lo extiende el noctámbulo paseante acercando el móvil a las llamas, allá arriba. Y ya sin intermediarios, obteniendo la imagen como se dijo más abajo: sin barca, ni barquero. Ahora bien: queda conocer el uso que se dé a la imagen. Los bites frente a los átomos.

Siempre en el lugar y a la hora inadecuados.

Hay un fotógrafo –no recuerdo ahora el nombre- que exhibe paisajes con pequeñas humaredas en mitad del campo. A la vista de las fotos del Windsor, qué miserables resultan esas columnillas grises y cómo remiten, por comparación, al Turner de Londres o al de las batallas navales en las que la oscuridad del humo –que cubre el lienzo de lado a lado- se ve sólo interrumpida por el espectáculo del fuego. Cualquiera diría que soy un pirómano. Pero el placer de las llamas- cuando no hay muertos de por medio- alcanza a todos. Y si no que se lo digan a los que volvían por la Castellana de tomar copas, camino de casa.

Cualquier inundación deber ser comparada con Las Palmeras Salvajes de Faulkner. Cualquier incendio, con el del Parlamento de Turner.


véase El incendio del Parlamento .

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