Siempre ha habido clases: por un lado el conejo posmoderno que a duras penas aguanta adherido a las puertas de los vagones del metro, manoseado por todos y que dormirá en las cocheras de la RATP, y por otro este Tintín repeinado a 995 $ la pieza, sujetando a un Milou impoluto, santificado en las vitrinas más exclusivas del 1er Arrondissement. No hay salvación para el conejo. Pero, aunque él no lo sepa. tampoco para Titín. Felipe Igualdad también se paseaba por el Jardin Royal arengando al personal y acabó con la cabeza en un cesto.
El conejo de la RATP es nieto de la liebre de Beuys.
ResponderEliminarEn cuanto ve a un tipo con sombrero se fait pincer les mains.
Superaron la mixomatosis pero no la lección de Kassel.
Destino pedagógico, lo llama.