Dependiendo de la frecuencia de las salidas y del número de líneas conectadas en una estación determinada, se produce en sus pasadizos unos segundos o, si hay suerte, unos minutos de silencio subterráneo. La cosa funciona así:
Uno está en en los pasillos. No en los andenes. Se oye llegar un metro y los hidráulicos de sus puertas y enseguida tienes que hacerte a un lado para que los viajeros no te arrollen. Luego la bocina, otra vez las puertas y el crescendo del motor. Para entonces, si es una estación sin conexiones, no queda nadie en los pasillos. Ahora es el momento de mirar las paredes, los ladrillos de cerámica blanca, los anuncios de maletas Rayon d'or o de la Región del Loira. Hay que darse prisa porque llega gente camino del anden y se escucha al fondo el próximo tren.
30/1/05
Entre trenes.
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